Da igual que guste o no la cerveza. Una de las modas coleccionistas más en auge en los últimos tiempos es la colección de jarras de cerveza… una modalidad de coleccionismo al alcance de todo tipo de bolsillos. Y es que se puede optar entre auténticas joyas de diseño o modelos más económicos y accesibles. Claro, que no es ésta –la de coleccionar jarras de cerveza- una costumbre moderna. En realidad, las colecciones más antiguas datan del año 1.800. Como parece evidente, las mejores colecciones se encuentran en los países más cerveceros… esto es en Alemania, Austria y Suiza.
¿Damos un repaso por los distintos tipos de jarras de cerveza? Pues empezamos por la más tradicional, aquella de cerámica con tapa. Estas están decoradas con diferentes motivos, lo que las convierten en principal objeto de deseo de los coleccionistas. Tienen una sola asa y pueden llegar a tener una capacidad de hasta 1 litro. Dentro de estas, destaca, por su peculiar diseño, la llamada jarra toby, desarrollada y popularizada por los ceramistas de Staffordshire en los años 1760s. Representan a un hombre sentado con una jarra en una mano y una pipa en la otra. El individuo va vestido al uso del siglo XVIII y la tapa es un tricornio.
Una variable de estas jarras, tradicionales en diversos países del centro de Europa, son las que están hechas en porcelana en lugar de cerámica. Tienen forma de animal –u de otros objetos-, diseño de fantasía y mucho colorido. Suelen ser muy delicadas, por lo que suelen utilizarse más para decorar que para beber cerveza.
Por último, muy comunes en España, las jarras de cristal tienen la peculiaridad de condensar rápidamente, creando una capa húmeda por fuera que mantiene, durante más tiempo, el frescor de la cerveza. En Alemania, muy típica del festival de la cerveza de Múnich, se hace una jarra de cristal de paredes muy gruesas a la que llaman Mass.