Té rojo, té verde
No hace demasiado tiempo, el té, para los españoles, era cosa de ingleses… o lo que se tomaba cuando se tenía algún problema gástrico. Sin embargo, ya hace varios años que el tomar una taza de té es algo que, más que ponerse de moda por estas latitudes, se ha convertido en un consumo de lo más común. Programas de televisión, publicaciones en papel, blogs en Internet… muchos son los medios y plataformas que hablan del té y que se repiten preguntas como éstas: ¿Qué tiene el té verde que lo hace tan especial?; Si de adelgazar se trata, ¿tú, cuál prefieres?; ¿té verde o té rojo?; ¿En qué se semejan y en qué se diferencian estos tés del té verde? Sí, el lector lo ha adivinado, los tés verdes y rojos son los protagonistas de muchos debates. ¿Qué tal si los conocemos un poco antes de que decidas de qué vas a pedir tu próxima taza de… té?
Té rojo
También llamado Pu-Erh en Cantón y en el suroeste de China, donde el té rojo es muy popular, esta bebida se llama como se llama por el tono rojo oscuro que adquiere cuando se prepara. En cuanto al sabor, es fuerte e intenso. Su textura en el paladar, algo terrosa.
Proveniente de la región china de Pu’er de Yunnan –en realidad China es el mayor productor mundial de este producto-, el consumo de te rojo en el país no es en absoluto habitual… fuera de las dos zonas ya señaladas. Consumido única y exclusivamente por la nobleza china cientos de años atrás, al contrario que otros tés, que suelen tomarse inmediatamente después de su recolección, el proceso de fermentación de esta variedad de Camellia sinensis (nombre científico del té) puede durar de 2 a 60 años en barricas de roble, lo que hace que sus hojas alcancen un color cobrizo y, por lo tanto, también la infusión. Sin embargo, y en realidad, es muy raro encontrar té rojo de más de 50 años. Por otra parte, suele haber añadas (al igual que el vino) que indican las diferentes calidades que ha habido en las cosechas de cada año.
Ya que hemos hablado de la recolección y preparado del té rojo, quizás convenga decir que pu-erh se ha elaborado tradicionalmente con hojas procedentes de árboles viejos. En cuanto a las hojas, más grandes que el resto de las hojas de té y con una composición química diferente, crecen en las llamadas montañas de té.
Para enumerar algunas de las propiedades del té rojo hay que comenzar por su poder para ayudar en la reducción de grasas y colesterol, así como por su inocuidad en personas con estomago delicado, que lo pueden beber sin ningún tipo de problemas, gracias a su fermentación que lo convierte en un té muy bajo en ácidos tánicos.
Té verde
En este caso, la característica principal del té verde es que ha sido sometido a una mínima oxidación durante su procesado, consistente en recoger las hojas frescas para luego torrefactarlo, prensarlo, enrollarlo, triturarlo y secarlo. Se calcula que entre ¼ y 1/5 del té producido en el mundo corresponde a esta variedad… habiéndose, incluso ganado las preferencias del consumidor occidental, tradicionalmente más aficionado al té negro. Esto último está claramente relacionado con el descubrimiento de propiedades antioxidantes en el té verde… muy beneficiosos para luchar frente a determinados tipos de cáncer y en la reducción de los efectos propios del envejecimiento. Además, el té verde contiene otras propiedades como ser un excelente protector del hígado, actuar como un estimulante del sistema nervioso, tener ligeros efectos antibióticos, reducir la formación de trombos, disminuir los niveles de azúcar en sangre o ser un diurético natural (entre otros efectos).
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