Dulces para diabéticos
Cuando alguien es diagnosticado de diabetes, una de las primeras medidas que toma el enfermo es alejarse de los dulces, de casi todos los dulces. Y es que el azúcar es un veneno que no se puede permitir.
En el Obrador el Mirador, pegado a la plaza Mayor de Sepúlveda (Segovia), se plantearon cómo un reto que cualquier diabético pudiera, si así lo deseaba, regalarse cualquier dulce que pudiera apetecerle…desde magdalenas a bizcochos de limón o naranja, pastas Flora, tradicionales de Sepúlveda o tartas de queso…Eso por no hablar de la Torta de San Miguel, un producto registrado por los propietarios del establecimiento y que sólo se puede encontrar aquí.
La propietaria, Yolanda, guardaba recetas familiares. Un día, allá por el año 1997, ya crecidos sus hijos, decidió que quería seguir dándole uso a la cocina de su casa. Fue entonces cuando abrió una pequeña tienda, desde la que, hace seis años, se mudó a la actual, situada junto al Ayuntamiento. Se llama El Mirador, porque mientras Yolanda trajina en el minúsculo espacio repostero de su cocina, observa el valle de Sepúlveda y el paso de las aves.
Fue a raíz de una experiencia hospitalaria con un familiar cercano cuando Yolanda se planteó comenzar a vender dulces en su tienda. Entonces empezaron las dificultades ”las altas temperaturas del horno no permiten la utilización de sacarinas o espartanos porque siempre tienen un regusto amargo final”. Pero ella siguió en su empeño “había que conseguir un sabor y una forma igual que los productos elaborados con azúcar de caña. Tampoco servía la fructosa, que tiene el mismo aporte calórico que el azúcar”. Fue entonces cuando la propietaria del Mirador empezó a trabajar con polioles, un producto derivado del almidón, de carbohidratos, leche y cereales. Yolanda había dado con lo que buscaba: un edulcorante artesanal, que, con la misma textura y el mismo sabor que el azúcar de caña, permite dar forma y aspecto idéntico a los dulces que contienen azúcar. Así es como en la repostería El Mirador los productos tradicionales, como las tartas, las pastas flora, el flan de queso, los pastelitos, los pedruscos o los mantecados, han acabado teniendo una doble versión: la original y la apta para diabéticos.