Los cafés de sabores

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La Historia nos ha enseñado que la idea y moda de consumir cafés de sabores, ahora costumbre y placer tan extendido en alguna cadena multinacional de las cafeterías, es algo que habían probado los habitantes de Oriente Medio hace algunos cientos de años. Y es que, allá de donde el café es originario, se tenía la costumbre de saborear el café mezclado con nueces y especias. En la actualidad está (de nuevo) de moda disfrutar de tan antiguo placer. Para conseguirlo, se utilizan dos maneras diferentes de introducir el aroma en el café: post-proceso de tostado utilizando aceites aromatizantes y, de forma más sencilla, mediante la adición de sabores líquidos al café mientras se está preparando. Analicemos los dos casos.

Empecemos por el primero de los casos: empleo de aceites con aromas. Estas pueden contener hasta 80 compuestos diferentes para lograr sabores sutiles. Esto permite que, en realidad, prácticamente cualquier sabor puede ser reproducido… aunque acaben primando aquellos que más seducen a los consumidores: los sabores dulces y las notas cremosas. Según este método de aromatización, después de tostados, los granos deben ser enfriados rápidamente para agregar los saborizantes. Un spray, aplicado a los granos durante unos 15/30 minutos (y mientras estos son agitados) permite asegurarse que el sabor se extienda de manera uniforme por todo el café. La cantidad de saborizante necesario dependerá, principalmente, del tipo de sabor y de la intensidad que le queramos dar al café.

La segunda forma de aromatizar es mediante la adición de sabores líquidos al café mientras se está preparando. Esta técnica es más usada que la anterior, puesto que es más fácil obtener diferentes saborizantes. En este caso, hay que distinguir cuatro categorías de saborización. La primera incluye sabores basados en especias como el clavo de olor, canela, anís, cardamomo. La segunda alude a sabores de frutas como el coco, plátano o frambuesa. Hay una tercera que ofrece sabores basados en frutos secos como la vainilla, la avellana o la nuez. Y por último está la mezcla de licores con el café.

Los saborizantes son preparados de sustancias que contienen principios extraídos de la naturaleza, o artificiales –evidentemente de uso permitido para el consumo alimenticio- capaces de actuar sobre los sentidos del gusto y olfato, ya sea para reforzar el propio aroma (inherente del café) o transmitiéndole un sabor y /o aroma determinado.

Sea cual sea el método empleado para agregar sabores al café, lo cierto es que los cafés con sabores ofrecen experiencias y emociones personalizadas a las que merece la pena acercarse.

 

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